Las nuevas tecnologías y el desarrollo de la sociedad de la información han influido, y continuarán haciéndolo de forma ineludible en los derechos de autor y sus derechos afines (derechos económicos). Es lógico que los titulares de derechos de autor no se muestren conformes ante las posibilidades de acceso a sus obras que ofrecen las nuevas tecnologías, y en especial Internet. No obstante, y sin perjuicio de lo anterior, también es cierto que el entorno digital ofrece numerosas y novedosas formas de explotación de sus obras.
Todos somos conscientes de que llegar a un punto intermedio es uno de los grandes retos que afronta el derecho de propiedad intelectual en todo el mundo. Por ello considero necesario que la propiedad intelectual se redefina adaptándose al nuevo modelo o entorno que se ha creado gracias a la propia propiedad intelectual.
Cuando el pasado jueves todos los medios de comunicación se hacían eco de la detención de varios miembros de la compañía y del cierre de la página web de #megaupload, parecía que el mundo se venía abajo. Yo soy de la opinión, y podemos traer a colación el famoso dicho: “hay vida después de la muerte”, de que con el cierre de Megaupload se abre en la red un enorme abanico de posibilidades (alternativas legales) tanto para usuarios, como para las empresas.
Si bien es cierto, la actuación del Federal Bureau of Investigation (con su acrónimo en inglés FBI) el pasado 19 de enero de 2012 pasará a la historia y pondrá fin a una era donde lo más habitual era el pensamiento de “si tengo un contenido gratis, ¿por qué pagar por ello?”. Megaupload copaba el 5% del tráfico o intercambio de archivos a través de la red, pero cabe recordar que no es la única plataforma disponible para los usuarios.
Y aunque muchas personas piensen que se han acabado las opciones para poder disfrutar de contenidos a través de la red, nada de eso es cierto puesto que existen numerosos servicios que siguen activos (véase rapidshare o 4shared) y además existen otras formas de acceso a contenidos protegidos por derechos de autor que no son la descarga directa. Lo más lógico es que se vuelva a utilizar el intercambio de archivos P2P(Transmissionbt, Vuze, Utorrent, Bitcomet, Delunge,aMule, Bittorrent, Ares, Bitspirit, Faroo), para compartir los contenidos de forma directa, sin intermediarios ni webs. Cabe recordar que hasta el día de hoy, el sistema de intercambio P2P es una actividad legítima y no punible (véase sentencia Pablo Sotos) y que se debe garantizar por parte de las autoridades para avalar la neutralidad de red en los diferentes países.
Hay que tener en cuenta que año tras año los contenidos a través de Internet siguen creciendo y, junto a ellos, los modelos de negocio que generan contenidos legales y de calidad a los usuarios. Y es que las cifras no mienten y, mientras siguen dando vueltas por Internet los programas P2P mencionados anteriormente (Kazaa, Emule o BitTorrent en otros), el número de usuarios de nuevos programas que facilitan contenidos aumenta. Quizás, y debido en gran medida al cierre de megaupload, sea el momento adecuado para que proliferen las alternativas legales y que los usuarios puedan retribuir a los autores por sus obras.
He leído estos días que el pasado fin de semanas los cines pusieron el cartel de “no hay entradas”, por tanto debemos pensar que los usuarios están dispuestos a pagar por aquellos contenidos digitales de calidad. Por tanto es hora que proyectos como Voodler, Netflix, Spotify, Youzee o WuakiTv se pongan manos a la obra e intenten ofrecer ofertas atractivas que otorguen un valor añadido de cara a captar clientes dispuestos a pagar una cuota mensual para poder disfrutar de contenidos legales a través de Internet.
A pesar del éxito, o posible éxito, de los servicios como iTunes, Spotify, Voodler, Netflix, Youzee, WuakiTv, etc.., es inevitable que se vuelva a los sistemas P2P donde se siguen vulnerando los derechos de propiedad intelectual. Por tanto, permanece abierta la cuestión de si los modelos de negocio subyacente pueden sostener las estructuras tradicionales de la industrial cultural en el contexto digital.
Se fué Coca-Cola…pero quedan más refrescos….